En este cuarto de siglo, hemos avanzado mucho en algunos temas. Muchos más ciudadanos reciben educación, pero no resulta igualitario. Por género, por riqueza, por situación del hábitat y por otras diferentes causas no todos tienen las mismas posibilidades de aprender. Los valores que se transmiten en diferentes escuelas no son los mismos y la agresividad –especialmente verbal– llega demasiado fácilmente a los alumnos.
Los políticos tienen dificultades para expresar valores positivos en la sociedad. Muchos tienen un comportamiento opuesto a los valores del temario escolar. Con pocos ejemplos a seguir por los jóvenes, y con la educación televisiva bajo mínimos, las Ciudades Educadoras tienen un trabajo muy difícil.
Basta el ejemplo que da la gente adulta de poco respeto por la vida y el medio ambiente para dudar de nuestro sistema educativo.
Al menos tenemos la posibilidad de criticar y proponer soluciones más acordes con las escalas de valores que todos tenemos en nuestra conciencia, pero que mucha gente no escucha.